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Ornn lore 01
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Historia corta • 15 Minutos de lectura

Las Historias Perdidas de Ornn

Por Matthew Dunn

—Nunca vi al dios olvidado. Mi abuela me contaba estas historias, pero ella tampoco vio al dios olvidado ni mi tatarabuela ni su tatarabuela y así miles de generaciones atrás. Sus leyendas solo perduran alrededor de fuegos crepitantes y comidas de pescado asado. Mientras más nos remontamos a nuestros ancestros, más reales se convierten las historias

Lore[]

—Nunca vi al dios olvidado. Mi abuela me contaba estas historias, pero ella tampoco vio al dios olvidado ni mi tatarabuela ni su tatarabuela y así miles de generaciones atrás. Sus leyendas solo perduran alrededor de fuegos crepitantes y comidas de pescado asado. Mientras más nos remontamos a nuestros ancestros, más reales se convierten las historias—.

Los rostros fatigados de los niños se levantan un poco más. La luz del fuego baila en sus mejillas, pero el dolor vive en sus ojos.

—Los dioses habitan entre nosotros, en el cielo, entre montículos de tierra y detrás del manto estelar. Solo tenemos que pedirles un deseo, canalizar su ser en nuestros corazones y acciones. Por ejemplo, cuando estás en el mar, hace tanto frío que tus ojos podrían quedar congelados en sus cuencas. ¡En serio! Pero cuando los marineros frotan grasa en sus rostros y piensan en la Hermana Foca, cuyo nombre verdadero ha sido olvidado, son protegidos de los vientos gélidos del océano.

—Otros, como Volibear Volibear, se rehúsan a permitir que sus propias leyendas se pierdan, así que siguen acechando en este mundo. Él exige sacrificio y fuerza la obediencia, tal como los Osunos...—

Todos escucharon las historias de las abominaciones mitad osos. El miedo hace que los niños se acerquen más al fuego.

—Así es, pequeños... Tal vez después hablemos acerca del portador de la tormenta con piel de oso, pero mientras menos hablemos de él, mejor—.

Tal como la abuela decía: una vez que se acercan más al fuego, los tienes.

—En lugar de eso, estas historias se refieren al primero de los dioses...—

La Formación de la Tierra[]

Ornn fue el mayor de sus hermanos y hermanas. Entró al mundo con ansias de pelear. Aunque eso no fue tan sencillo. Los árboles eran adversarios débiles; se quebraban muy fácil. Los témpanos de hielo se derretían con su toque y huían hacia el mar.

Frustrado, golpeó una montaña. La montaña no cedió. Ornn estaba satisfecho por esto, así que desafió a la tierra misma a una pelea amistosa.

Mientras Ornn batallaba con la tierra, la melló y la lastimó, y así dio forma al Fréljord tal como lo conocemos hoy. Convirtió llanuras en montañas a fuerza de cabezazos y creó valles a golpes. Cuando se cansó, Ornn agradeció a la tierra por la batalla gloriosa. La tierra le respondió abriendo un feroz abismo para mostrarle su núcleo, y él se sintió honrado al ver que era su reflejo: un feroz carnero. La tierra había considerado a Ornn digno y le había otorgado sus secretos, obsequiándole la fuerza de la llama primordial, ya que el fuego es el verdadero agente del cambio.

Ornn miró el paisaje que había quedado después de la pelea y asintió. Estaba satisfecho. Tras esto, se propuso construir herramientas y armas.

Mis ancestros deben estar sonriendo ya que, en este momento, comienza a caer una nieve ligera. Gentiles copos se asientan en los gorros cubiertos de piel de los niños, y ellos sacan la lengua.

—¿Sabían que antes no había nieve en Fréljord?—, les pregunto. Los niños lucen confundidos. —Es cierto. Nuestras tierras siempre han sido las más frías de todo el mundo, pero en un principio solo había aire seco y amargo, y no existían cosas como nubes de tormenta...—

El Origen de la Nieve[]

Fue durante los primeros fríos y nublosos días que Ornn construyó una casa. La hizo con la mejor madera. La magnífica casa abarcaba tres valles. ¿Se lo imaginan? Tras completar su majestuoso Salón Principal, Ornn evaluó su trabajo.

—Bien—, dijo. Esto fue antes de que existiera el lenguaje, así que realmente era un cumplido.

Ahora bien, su hermana Anivia Anivia estaba molesta. Ornn había derribado los árboles donde más disfrutaba sentarse para construir su casa. Así que decidió darle una lección.

Mientras Ornn dormía, voló y entró por la ventana de su habitación. Estando ahí, le hizo cosquillas en la nariz con una de sus plumas, ¡y provocó que estornudara una gota de fuego que incendió las sábanas! ¡Las sábanas prendieron fuego al suelo! Anivia entró en pánico y batió sus alas para huir, pero esto solo avivó más al fuego con el seco aire del Fréljord. Pronto, todo el Salón Principal estaba en llamas.

El fuego rugió durante días, oscureciendo los cielos con ceniza. Por supuesto, Ornn siguió durmiendo mientras todo esto ocurría. Se despertó en la cima de una pila de cenizas de muy mal humor, pues no había logrado descansar. Pero no sabía lo que Anivia había hecho. Y, hasta este día, ella no le ha dicho la verdad.

—Elogié mi propio trabajo y mira lo que ocurrió—, dijo Ornn, inspeccionando el daño. —Jamás volveré a felicitarme. Dejaré que la calidad de mi trabajo hable por sí misma—.

Ornn tenía una meta particular para su siguiente casa: no quería que fuera inflamable. Se fabricó a sí mismo una pala, una palanca y un tenedor. Con estas herramientas podría cavar en búsqueda de minerales, mover poderosos pilares y comer las deliciosas cerezas picantes que tanto le gustaban.

Ornn lore 02

Martilló y moldeó pedazos de minerales hasta que surgió una montaña negra. Dentro, había una gran forja que contenía la incandescente llama primordial, desde las profundidades de la tierra. Estaba satisfecho con su Hogar, pero hacía demasiado calor dentro como para morar cómodamente, incluso para Ornn.

Así que cavó una zanja desde el mar, directo hacia la montaña. La Hermana Foca permitió que las aguas frías fluyeran por la zanja y enfriaran el Hogar. Grandes nubes de vapor emergieron. Hicieron falta tres días para que la montaña se enfriara lo suficiente para Ornn. En ese tiempo, el océano que alimentaba al río se hundió varios centímetros.

Para ese momento, había emergido tanto vapor de las aguas que el perpetuo cielo azul estaba moteado con nubes grises que lo ensombrecían. A medida que estas nuevas infladas formas se unieron y se enfriaron, se volvieron más y más pesadas hasta que estallaron con nieve.

Nevó durante cien años. Es por eso que hoy Fréljord tiene tanta nieve.

Una niña frunce el ceño. —Si Ornn hizo tanto por el mundo, ¿por qué solo tú conoces sus historias?—, pregunta. La chica es joven, pero ha pasado por tantas dificultades que varios mechones plateados corren por su cabello.

—Solo hay una historia que responde esa pregunta—, le contesto. —¿Les gustaría escucharla?—.

Los rostros ansiosos de los niños me dan su respuesta.

Tres Hermanas Piden Ayuda a Ornn[]

Había una vez Tres Hermanas que necesitaban la ayuda de Ornn para salvar su mundo. Sin embargo, a Ornn no le interesaba ayudar a salvar ningún mundo. Era por motivos personales; no dio más explicaciones al respecto. Pero esto no impidió que las Tres Hermanas viajaran durante muchos días y noches para hacer su solicitud.

—Hay criaturas de gran magia maligna que acechan nuestras tribus—, dijo la Primera Hermana. Sus ojos eran fieros y estaban llenos de guerra. —¡Quieren destruirlo todo y apropiarse del mundo!—.

—Esto parece ser un problema—, dijo Ornn. No levantó la vista de su forja.

—¿Entonces pelearás con nosotras y usarás tu fuerza para aniquilar a los monstruos?—.

Ornn gruñó. El gruñido era un —no— tan claro, que daba por terminada cualquier discusión. Todas lo habían entendido. Si hubiesen escuchado ese gruñido, pensarían que la Primera Hermana fue sabia en no presionar más sobre el asunto.

—Estos seres vigilan todos nuestros movimientos—, dijo la Segunda Hermana. Había esperanza y sabiduría en su voz. —Te pido que tomes la pala que usaste para cavar lo que ahora es tu poderoso río y la uses para cavar la más profunda de las zanjas de todo el mundo. Entonces, nosotras podremos atraer a los monstruos hacia el abismo y resolver nuestro problema—.

Ornn gruñó. Tal gruñido fue su forma de comunicar —yo cavaré ese hoyo— y que todas debían guardar silencio de inmediato. Todas lo habían entendido. Si hubiesen escuchado ese gruñido, pensarían que la Segunda Hermana fue sabia en no presionar más sobre el asunto.

Así que Ornn cavó una zanja, pues un gran agujero podía aportar mucho al paisaje. Además, ya había planeado excavar y el sitio propuesto era bueno. Cuando Ornn terminó con la zanja, se fue sin decir palabra alguna a las tres hermanas, ya había hablado demasiado con ellas.

—Ese sí que es un agujero profundo—, dijo la Segunda Hermana. —Espero que sea lo suficientemente profundo—.

El viento soplaba desde el abismo recién cavado con un aullido de otro mundo, como si estuviera afirmando ser lo suficientemente profundo. Si hubiesen escuchado el aullido del abismo, entenderían que fue sabio que nadie bajara para medir su profundidad.

Muchos años después, las hermanas regresaron. Por su apariencia, las batallas contra sus adversarios las habían marcado.

Esta vez, habló la Tercera Hermana Tercera Hermana. Su aliento helado recordaba a Ornn los días fríos y secos de hacía mucho tiempo. —Ornn, Creador de Todas las Cosas—, comenzó.

—Yo no creé todas las cosas—, refunfuñó Ornn. Una vez más, no levantó la vista de su forja: —Solo algunas—.

La Tercera Hermana continuó: —Venimos hoy a pedirte un simple favor. El abismo que cavaste es tan profundo y tan extenso que no podemos construir un puente que lo atraviese. Enséñame cómo construir un puente indestructible y lo haré yo misma—.

Ornn levantó una ceja. Estudió la mirada de la Tercera Hermana. No le parecía confiable. Podía percibir en ella un rastro de magia, y la magia siempre hace más débiles a las cosas resistentes. —Hay muchos constructores de puentes capaces. Ve y moléstalos a ellos—.

—Otros constructores no pueden hacer un puente con el tipo de piedra que tenemos—, replicó la Tercera Hermana. —Dicen que cayó del cielo y que no es posible forjarla, a pesar de todos sus esfuerzos—. Fue entonces que le mostró un pedazo de metal estelar.

Si hubiesen visto el metal estelar, entenderían sabiamente que solo Ornn podía moldear este material, pues era igual de obstinado e implacable que él. Ornn aceptó, pero haría el trabajo solo y pidió el mismo metal estelar como pago.

La Tercera Hermana se lo entregó, y él lo usó para forjar una herramienta que ayudaría a construir el puente.

Fue así, usando solo esa herramienta, que Ornn construyó el puente. La Segunda Hermana se sintió mal por la mentira de la Tercera Hermana, pues no necesitaban un puente en absoluto. Le preguntó a Ornn qué clase de herramienta era.

—La uso para martillar—, dijo Ornn. —Así que la llamaré Martillo. Ya dije suficiente—.

La Tercera Hermana recorrió el puente, recitando encantamientos extraños, en toda la extensión cuando Ornn no podía verla. Esto convirtió el puente en una viga que encerró a las bestias dentro del abismo. Sin embargo, Ornn tenía razón, la magia agregada arruinó la calidad de su trabajo. Si las Tres Hermanas lo hubiesen dejado en paz, habría durado una eternidad. En cambio, el encantamiento devoraría lentamente la construcción. Aunque tomaría años, así que nadie prestó mucha atención y las Tres Hermanas juraron nunca volver a hablar de Ornn.

Mientras tanto, él llegó a la conclusión que no le agradaba que la gente le pidiera favores, así que arrojó su pala lo más lejos que pudo, hacia el oeste. Nadie sabe dónde aterrizó, y su destino está condenado a la oscuridad.

Después, se viró hacia el este y lanzó su tenedor tan lejos como pudo. Cayó en el Gran Mar. Algunos dicen que, mucho después, un rey tritón encontró un poderoso tridente en el fondo del mar, que aún usa para gobernar su reino.

Ornn lore 03

Ornn estaba listo para arrojar su martillo hacia el oscuro cielo, pero no pudo hacerlo y decidió conservarlo. Si vieran a Ornn y le preguntaran si es su herramienta preferida, los reprendería por ser tan infantiles. Pero, en secreto, prefiere a Martillo sobre todas las cosas que ha creado.

—El alba trae las bayas más jugosas y al pescado más carnoso—, digo a los niños. —Tenemos que descansar—.

Se quejan al unísono y me suplican por una historia más. Solo una historia más.

—Solo queda una historia más acerca de Ornn—, les digo. —Deberíamos reservarla para otra noche...—

Solo cedo, hasta que prometen hacer todos los deberes y no quejarse de estar demasiados cansados.

El Trol y la Puerta del Carnero[]

Todos saben que nunca debes desafiar a un trol a un concurso de beber, ¿cierto? Incluso ustedes, pequeños, saben que nunca deben apostar con un trol, pues son taimados y siempre ganan. Además, todos en el Fréljord saben que mientras más feo es un trol, más suertudo e ingenioso es.

Por desgracia, Ornn no sabía nada de esto.

Grubgrack el Apestoso era el más anciano de los troles en el mundo. El vello de su pecho era tan largo que se enredaba en los nudosos dedos de sus pies. ¡Guácala! Con frecuencia se tropezaba y se rompía la nariz, que estaba deforme y tenía algunas protuberancias por habérsela roto tantas veces. Solo tenía dos dientes buenos, un ojo malo y otro ojo aún peor. Verrugas y espinillas cubrían su redonda barriga. No les contaré a qué olía. Si lo hiciera, jamás volverían a comer estofado de pescado fermentado.

—Constrúyeme una puerta que mantenga a salvo mi tesoro de los ladrones por siempre—, dijo Grubgrack a Ornn afuera de su Hogar, —y te daré diez barriles de mi hidromiel de trol. Es una receta familiar—.

Ornn echó a su visitante, pero Grubgrack atravesó un pie en la puerta para evitar que se cerrara. Ornn no quería que los dedos cubiertos de callos del trol arruinaran la pintura, así que dejó que la criatura continuara.

—Hagamos una apuesta—, dijo el para nada hermoso trol. —Quien pueda terminar un barril de hidromiel primero, estará en deuda con el otro—.

—Si eso hará que te vayas, acepto—. Ornn nunca había sido derrotado en una competencia de beber. En ese momento todos lo sabían y ahora lo saben ustedes también.

—Al menos será bueno beber un poco—, contestó Grubgrack y su sonrisa deformó uno de los pilares del Hogar. Cuando Ornn le dio la espalda, el trol deslizó un fragmento de Hielo Puro en el barril y se lo entregó a su contrincante.

Brindaron en la forma que se acostumbra en Fréljord y bebieron. Ornn sintió que el hidromiel estaba rebajado y eso no le agradó. Sin embargo, Grubgrack ya había bebido la mitad de su barril. Con su propio barril casi lleno, Ornn echó hacia atrás la cabeza y bebió hasta sentir que se ahogaba.

Pero Grubgrack azotó el barril vacío y eructó. ¡El fuego en el horno se tornó de un verde enfermizo! Ornn tosió y escupió.

—¿Qué ocurre?—, dijo Grubgrack en tono burlón. —¿Te estás ahogando?—.

Fue entonces cuando Ornn notó el Hielo Puro en su bebida. Se derretía continuamente, diluyendo el hidromiel de trol. Sin importar cuánto bebiera, el Hielo Puro lo reemplazaba. Destrozó el barril con una mano.

—Hiciste trampa—, dijo Ornn. Su furiosa voz desató un terremoto que hundió algunas islas.

—¡Por supuesto! ¿Qué otra ventaja tendría un feo trol como yo contra el poderoso Ornn?—. La verdad era que los horribles troles tenían casi todas las ventajas del mundo, pero Ornn no pasaba mucho tiempo con horribles troles, así que no lo sabía. Pero ahora, ustedes pequeñines ya lo saben. —Un trato es un trato—, le recordó Grubgrack.

—Mi palabra es tan buena como Martillo—, refunfuñó Ornn. —Aunque haya sido engañado—.

Así que Ornn trabajó durante diez días y construyó la mejor puerta que se hubiese construido hasta ese momento. La adornó con la cabeza de un carnero, como la suya y la del núcleo del Fréljord. Era inmune a la magia y a cualquier abridor de cerraduras. Grubgrack estaba tan impresionado con la calidad de la puerta, que se quedó sin palabras, y eso es muy inusual en un trol.

Ornn sujetó la puerta puerta en la parte delantera de la cueva del trol, que estaba en la cima de la montaña, y donde la más horrible especie de troles en la historia había escondido su tesoro.

Con un gruñido, Ornn se retiró y dejó a Grubgrack admirando su nueva puerta.

Cuando recobró sus sentidos, Grubgrack se dio cuenta de que había transcurrido un día desde que había contado su oro y se sentía ansioso. ¡Pero no podía encontrar la manera de abrir la puerta! Ninguna.

Grubgrack intentó usar la fuerza bruta. La puerta con cabeza de carnero no se movía. Después, intentó quitar la pintura con su apestoso aliento. Una vez más, la puerta no se inmutó. Por último, intentó abrir las bisagras del muro de la cueva pero, por desgracia, la puerta estaba tan firmemente fijada a la montaña que el trol solo consiguió lastimarse los hombros intentando aflojarla. Tenía la entrada bloqueada.

Grubgrack irrumpió en la forja de Ornn. —¿Qué clase de engaño es este?—, gritó. Su aliento era tan desagradable que el fuego de la forja casi se apaga.

—No hay ningún engaño—, dijo Ornn, avivando las llamas. —Me dijiste que construyera una puerta que mantuviera tu tesoro a salvo de los ladrones por siempre y eso hice. Esta puerta perdurará más que la montaña sobre la que está. Es inquebrantable. La hice tal como la pediste—.

—¡Pero no puedo entrar!—, gritó Grubgrack. —¡Y yo no te robé nada!—.

—El tiempo es más valioso que el oro—, dijo Ornn. —Así que tú eres un ladrón y mi trabajo es tan fiable como mi palabra—.

Grubgrack intentó durante años entrar por su tesoro, pero la puerta nunca se abrió y jamás pudo encontrar un cerrojo. En cada intento, la puerta con cabeza de carnero lo miraba fijamente, como un recordatorio de la vez que engañó a Ornn.

Y, si escuchan atentamente en lo alto de las montañas, pueden escuchar los gemidos de angustia del avaro Grubgrack antes de cualquier avalancha, incluso hasta este día.

Los niños están dormidos, acurrucados uno contra el otro alrededor del fuego. Los llevo de uno a uno a la carpa de los huérfanos. Nuestra tribu no tiene mucho que compartir, pero no somos la Garra Invernal.

El último niño sigue despierto junto al fuego. Se recuesta de costado.

—Esas historias no son reales—, dice con una voz de lo más apagada.

Es el niño sin piernas. Lo encontramos casi muerto después de que nuestra aldea fuera atacada. No pudimos dejarlo, yo no pude dejarlo, así que envolví sus heridas con vendajes y lo llevé en mis hombros.

—Creo que son un invento. O... las cambiaron para ayudarnos a dormir—.

—Una historia es tan real como creamos en ella—, le explico, mientras me siento a su lado.

—Hay un dios que es bueno, pero no le importamos—.

Niego con la cabeza lentamente. —Entiendo por qué piensas eso, pero no es verdad. Hay una historia más que puedo contarte. Fue la última historia que mi abuela me contó antes que me convirtiera en mujer. Quería que estuviera preparada, porque no es como las demás. Pero creo que tú has visto suficiente para estar preparado. ¿Qué opinas?—.

El chico asiente. Lo acerco hacia mi pecho y comienzo.

La Tragedia de los Sangre del Hogar[]

Una vez, mucho antes de la fragmentación del Fréljord, Ornn tenía una legión de forjadores que vivían al pie de su montaña. Ellos afirmaban que idolatraban a Ornn, pero si le hubieses preguntado a él, habría dicho que estaban descarriados, pues él no tenía seguidores. Aun así, es verdad que se construyeron un pequeño poblado habitado por gente que deseaba crear las mejores cosas de todo el mundo.

Había cientos de personas. Hacían herramientas. Hacían quitanieves. Hacían carretas, armadura y monturas. Hacían hornos y hogares. Se hacían llamar Sangre del Hogar, porque nunca sentían el frío cortante del Fréljord y podían tolerar el inmenso calor burbujeante debajo de sus pies descalzos en las laderas del Hogar. Se convirtieron en los mejores artesanos del mundo y su manufactura solo era superada en calidad por el trabajo de Ornn.

Cada tanto, él evaluaba su trabajo. Si le gustaba lo que uno de los Sangre del Hogar había forjado, simplemente decía —Aceptable—. Este era un gran cumplido por parte de Ornn, porque él había aprendido hacía mucho tiempo a dejar que el buen trabajo hablara por sí mismo. ¿Recuerdas esa historia?

Ornn jamás admitió que admiraba a los Sangre del Hogar, pero, en lo más profundo de su ser, su corazón volcánico se agitaba con respeto por la gente trabajadora. Ellos no se arrodillaban ni le ofrecían carne como sacrificio. No ponían sus palabras en escrituras ni las propagaban por toda la tierra a la gente que no quería escucharlas. En lugar de eso, se concentraban en hacer su trabajo en silencio. Eran imaginativos, hábiles y muy trabajadores. Esta comunidad de Sangre del Hogar hacía que Ornn sonriera, aunque nadie lo supiera, pues no podían ver su sonrisa debajo de su barba.

Un día, Volibear fue a visitar a su hermano Ornn.

No era una visita amigable, porque Ornn y su hermano jamás eran amigables, ni se habían visitado antes. El gran oso iba a librar una guerra y necesitaba armas para su ejército. Ornn vio al ejército... eran feroces aberraciones: hombres retorcidos en otras formas en su esfuerzo por complacer a Volibear. Eran simples, feroces y violentos.

—Entrégales espadas y hachas—, exigió Volibear, con malvada intensidad. —Dales armadura y te recompensaré por tu tiempo invertido—.

—No—, dijo Ornn, porque no quería formar parte del belicismo de Volibear.

—Bien—, dijo Volibear. —Haz que tus seguidores lo hagan. No me importa. Hazlo. Soy tu hermano—.

Esto irritó tanto a Ornn que sus grandes cuernos estallaron incandescentes. —Las personas del pueblo de abajo no me siguen. Construyen para ellos mismos. Son tranquilos y trabajadores. Eso es todo—.

Pero Volibear pudo ver tras las palabras de su hermano el apasionado corazón en su pecho. A pesar de todos sus defectos, Volibear era muy bueno para leer a los demás.

—Son un reflejo de tu propia imagen—.

Los cuernos de Ornn se tornaron primero ardientes y rojizos, después de un blanco vivo. —Si te veo de nuevo, Volibear, te golpearé hasta dejarte al borde de la muerte—, gruñó. Si hubieses escuchado esta amenaza, pensarías que Volibear habría sido sabio en marcharse y no volver jamás.

Pero Volibear amaba pelear y no era sabio, por lo que tomó una pieza de armadura de las paredes de la forja de Ornn.

—Si no me fabricas lo que quiero, entonces lo tomaré—.

Dicho esto, Ornn se abalanzó hacia Volibear y lo embistió con los cuernos. Fue tan poderoso el golpe, que la cima de la montaña tembló.

Eso era lo que Volibear quería. Durante siglos, había estado celoso del amor que los Sangre del Hogar le daban tan libremente a su hermano. Hacía rabiar al oso de guerra.

Ornn lore 04

Pelearon durante ocho días. Lucharon tan estruendosamente que la base de la montaña se estremeció. Tan aguerrida fue su lucha que la piedra fundida explotó desde la cumbre del Hogar. Rayos bombardearon las laderas y de los acantilados brotaron géiseres ardientes. Los cielos se tiñeron de negro y rojo. La sangre del mundo corrió por las sierras al temblor de la tierra. Las personas de todo el Fréljord vieron los resultados de la batalla entre Volibear y Ornn.

Una vez que el humo se disipó, vieron que la montaña había perdido su pico. Aún peor, todos los Sangre del Hogar estaban muertos, y su pueblo no era más que ruinas ardientes y un recuerdo que se desvanecía.

Durante varios siglos, la mitad montaña antes conocida como Hogar ha permanecido en silencio. De vez en cuando, una columna de humo se eleva sobre el cráter donde antes estuvo el pico. Algunos dicen que es Ornn, avivando su horno para mantener vivos a los fuegos debajo de la superficie del mundo. Otros dicen que está construyendo una gran arma que desatará algún día.

Y hay otros que creen que Ornn fue asesinado por Volibear, pues no ha sido visto en el Fréljord desde entonces.

—Y así, el nombre y las aventuras de Ornn se han perdido en el tiempo y han quedado excluidas de las historias. Estos pocos relatos, transmitidos en cenas de pescado asado, son todo lo que queda—.

—Esa es una historia triste. Eso significa que es verdadera—, me dice el chico sin piernas, mirándome. Hay una lágrima en su ojo. —¿Qué crees que sucedió con Ornn?—.

—Creo que cuando vuelva el Gran Constructor—, le digo, —será para reconstruir el mundo—.

El chico ríe. —Me gustaría ver ese día—.

—Quizás lo harás. No llores por los Sangre del Hogar. Llora por las historias que se perdieron en la guerra y el tiempo, pues estas fueron alguna vez más numerosas que las estrellas. Repite estos relatos para que los hijos de nuestros hijos puedan seguir escuchando las voces de nuestros ancestros y aviven el fuego de la forja en nuestros corazones—.

En mi corazón, siento la sonrisa de mi abuela.

Me da calor. No siento frío debajo de mis pies descalzos.

Referencias[]

  1. REDIRECCIÓN Plantilla:Listaref
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